martes, 27 de septiembre de 2016

Diario de un escarabajo

Sí, cambio el nombre del blog a diario de un escarabajo.

Un día me desperté y pensé que había vivido toda mi vida con miedo. Miedo a que me conozcan. Miedo a dejar de ser el centro de la atención. Miedo a no ser yo quien impusiera mi criterio.

Un día me desperté y recordé el relato de Kafka. Me vi reflejado. Mi hija me llamó bicho, y mi hija suele llevar la razón. Soy esa clase particular de bicho, un escarabajo, superando mi miedo a dejarme conocer y a dar. Aquí estoy.

lunes, 26 de septiembre de 2016

Los visibles

Tal vez fuera porque ese día no se sentía con las energías de siempre, a pesar de lo mucho que le entusiasmaba ese nuevo proyecto. El caso es que cuando ocurrió Steven lo aceptó con naturalidad y supo lo que tenía que hacer.
Estaba discutiendo con los gionistas la inclusión de dos escenas en las que se definirían más precisamente los objetivos del personaje, y les tuvo que recordar en varias ocasiones la importancia de la butaca de cretona que desde el ángulo adecuado se convirtiría en el eje de la narración.
Los guionistas son una molestia inevitable en cualquier producción, siempre con sus objetivos y su forma de hablar tan curiossa, como si vivieran en su propio guión. Recordaba como uno de ellos, que era invisible, le discutía cada una de sus ideas hasta el mínimo detalle. En un día normal esta obstinación le hubiera provocado un ligero ataque de ira, pero en ese día sólo sintió un infinito cansancio, un hormigueo en las piernas y una sensación tibia en la ingle. Entonces lo supo. Se apañó el resto de la reunión con un invento rápido a base de papel higiénico y salió media hora antes del fin previsto de la reunión. Condujo rápidamente hasta el hiper, no cualquiera sino ese que estaba en la nueva salida de la autopista. No podía entender cómo lo supo, pero era así y era allí donde tenía que ir.

Se dirigió con paso decidido a la sección de productos de higiene corporal, y sólo cuando llegó al pasillo tuvo un momento de estupor, tantos productos que jamás se había molestado en comprobar que existían. Estaba allí, pálido, mirando mareado las pilas de paquetes envueltos en plástico multicolor, y las cajas de cartón rosa y violeta, sin entender nada, cuando alguien le tocó el hombro. Era el encargado de sección y era un invisible que le sonreía amablemente.
- Ah, es su primera vez por lo que puedo ver.
- Esto yo...me ha venido...es decir, yo, tengo la...o sea que tengo que comprar un...una, o sea que yo...
- Oh, no se apure. Así que le ha venido la menstruación, querido.
El tono de normalidad le tranquilizó.
- Según parece, bueno, sí, lo he comprobado. Y ahora tengo que comprar algo para esto.
- Por supuesto, por supuesto. Pero los tampones no son reconmendables para ustedes, querido.
- ¿Eh?
- No se preocupe, irá aprendiendo sobre la marcha. Le recomiendo estas compresas, están especialmente adaptadas para hombres. James cóbrale al señor e indícale donde puede ir a cambiarse.

En cuanto Steven se marchó, azorado con su paquete de compresas, la encargada sacó el móvil y activó el primer contacto rápido que tenía guardado.
- Eficiencia, ha ocurrido algo especial.
- Calma, aquí ocurren cosas especiales a cada momento, tú ya sabes manejar esta situación, ¿por qué me llamas?
- No lo entiendes, Eficiencia. Es él.
Eficiencia sintió ese nerviosismo que experimenta cualquier angloparlante cuando le dicen que no entienden algo, porque saben que significa que no se lo han explicado.
- Él, ¿quién?
- Steven, es Steven...
- No me digas que es Steven...
- Sí, eso te estoy diciendo. Esto está empezando a afectar a cualquiera.
- Está bien, mantengamos la calma, Calma. Iré a hablar con él, me haré cargo de la situación.
- Por algo eres Eficiencia, querida.

Steven salió del aseo sintiendo una enorme incomodidad entre las piernas. Se sentía terriblemente cansado y deprimido, y el bulto en sus calzoncillos le hacía caminar de forma dificultosa. Vio a una mujer vestida como de los años cincuenta que venía hacia él con una enorme sonrisa afable, y por alguna razón que no tenía fuerzas para buscar, lo encontró perfectamente lógico.
- Steven, querido, debes estar agotado.
- ¿Eh?.
- No te preocupes. Me llamo Eficiencia. Te acompañaré, esto que estás viviendo es natural pero no por ello deja de ser molesto y agotador, ¿verdad?. Creo que será mejor que te lleve a tu casa, James se encargará de acercar tu coche más tarde, no temas, todos los coches están registrados por las cámaras y vigilados constantemente, y James no podría robarlo aunque quisiera, pero aún así es un gran empleado que sólo quiere ayudar, ¿verdad?. Por aquí, querido, sótano tres, ahí tengo mi coche, yo te acercaré como te dije, ¿verdad?. Ay, si estuvieras casado aún tendrías una mujer esperando en casa con la que podrías compartir este momento, pero la vida es lo que es ¿verdad?.
El cansancio y el aturdimiento podían con sus ganas de entender lo que ocurría, y Steven se dejaba hacer por esa mujer que le envolvía en palabras y que parecía manejar tan bien la situación.
Se subió en su coche y tuvo la sensación de que la conocía de toda la vida. Ella era esa profesora de tercero que le había enseñado a leer en voz alta; la tía Rose que siempre le recibía con una tarta de manzana lista; su secretaria que tenía dispuesta la correspondencia y la tabla de reuniones en el momento en el que él aparecía por la oficina. Ella no era una desconocida, era Eficiencia.


In DreamWorks Pictures/Fox 2000 Pictures' BRIDGE OF SPIES, directed by Steven Spielberg, Brooklyn lawyer James Donovan (Tom Hanks) and his wife Mary (Amy Ryan) become the target of anti-communist fears when Donovan agrees to defend a Soviet agent arrested in the U.S.
Foto de https://pop.inquirer.net/2015/10/tom-hanks-plays-lawyer-turned-negotiator-in-bridge-of-spies/




Eficiencia conducía con eficacia, sabía aprovechar el ritmo de la autopista pero no molestaba a su pasajero con acelerones o parones. Con la misma efectividad mantenía una conversación con Steven.
- Sí, es una pena que ya no estés casado, Steven. Hubiera sido mejor así.
- No sé a qué te refieres. Y ya sé que mi vida privada es conocida pero me parece una intromisión inaceptable que...
- Sí, por supuesto que llevas razón, pero no es mi intención ser indiscreta, tan sólo deseo tu bien, que es parte del bien de todos. Verás, hoy no es un día normal. Hoy te ha venido la menstruación.
- Esto es intolerable...
- Sólo lo menciono porque importa. Importa mucho Steven. Para vosotros las cosas son distintas, y en cierta manera mucho más injustas. Nosotras sabemos a qué atenernos, crecemos sabiendo cuál va a ser nuestro papel y tenemos nuestras pequeñas redes de apoyo. Bueno, les enseñamos a las niñas que deben relacionarse con chicos que prometan, que deberán mantener las relaciones toda la vida, tener ojo para saber qué hombre hará carrera...pero vosotros...creceis pensando que sois los protagonistas de vuestras historias, que lo conseguireis todo por vuestro trabajo y talento, y luego os pasa esto...os cambian las reglas en cualquier momento...es tan injusto.
- ¿De qué me estás hablando?.
- Te estoy hablado de la invisibilidad Steven. Vas a ser invisible, a partir de ahora, es un proceso rápido, para tus compañeros visibles ya estás desapareciendo.
- ¿Qué locura estás diciendo?. ¿Invisible?.
- Sí, es una locura exravagante, pero está ocurriendo, querido. De un tiempo a esta parte algunos hombres os estais haciendo invisbles, ¿quién iba a pensar que te podía ocurrir a ti?. Deberías casarte, lo antes posible. Esa novia tuya, Clemencia, es ideal. Es cierto que sólo tiene 23 años pero ha sido realmente lista, en su red de apoyo están Influencia y Fama. La necesitas, Steven, haz lo que tengas que hacer, pero cásate antes de que quiera olvidarse de ti. Los visibles ya te están olvidando.
- No sabes lo que dices...
- Desgraciadamente sé muy bien lo que estoy diciendo, pero no sé por qué está ocurriendo. Antes la única manera de hacerse invisible de un hombre era perder su carrera laboral, salía rápidamente del foco. Ahora, a muchos de vosotros os está viniendo la menstruación, ocurre así, y os haceis tan invisibles como nosotras. Vuestra única salida es casaros con una mujer que esté bien relacionada, que tenga en su círculo social a alguna esposa que os convenga, en tu caso las mujeres de los productores, de los distribuidores...Debes darte prisa, antes de que pierdas tu nombre.
- Definitivamente estás loca...
- ¿Recuerdas a Walter W?
- ¿Eh?
- Ahora es un invisible, era tu abogado de divorcios. Está casado con Sabiduría, ahora quizás te resulte más fácil identificarlo como Sarcasmo
- ¡Sarcasmo!, claro, mi abogado.
- Es un invisible ahora, amigo, como lo serás tú. Sólo recuerdas lo que hace para apoyarte, para todo lo demás no tiene cara ni identidad. Fue muy inteligente de casarse con Sabiduría antes de que el proceso terminarse, sigue trabajando en lo mismo, aunque ahora sea invisible.
- Pero no...si no estuviera tan agotado...me dan ganas de matarte, quieres confundirme...
- No, sólo quiero ayudarte, tú eres muy importante para todos nosotros. Lo eres para mi. Si tú desapareces lo hacemos todos. Cuando os viene la menstruación os volveis tan invisible como nosotras. Tan sólo te recordarán por los hombres a los que conoces y te dan tu apoyo. Tendrás que hacerte conocer por las relaciones que tengas. Todo lo que recordarán de ti será un nombre de categoría...Fuerza, Honestidad, Firmeza, Ironía, Esperanza, Terquedad, Traición, Ingenio, Irea, Agobio...tu verdadero nombre se olvidará. Los visibles sólo te verán por las relaciones que tengas, por eso nosotras las cultivamos desde pequeñas, es importante ser una gran madre y esposa.
- Olvidarme...a mi. ¡No sabes quién soy!
- Claro que sí, eres el dichoso Steven Spielberg y estás en una película tuya. Ahora vas a tener que jugar según las reglas que tú mismo elegiste. Lo siento.

domingo, 18 de septiembre de 2016

Empresario. Segunda parte

Necesitaba sentir que podía ganar. La belleza me daba gozo y la buscaba en tantos viajes de fin de semana, pero era la victoria lo que me daba fuerzas cada día. Como un niño insastifecho, que quiere revivir contínuamente un momento de éxtasis, yo me alimentaba de sentir que podía crear esa empresa, mantenerla y hacerla crecer.

Era la empresa lo que me hacía sentir que estaba vivo y que merecía la pena. Ese hormigueo que recorre la espalda, de abajo a arriba, cuando sientes que estás a punto de cerrar un trato ventajoso. La empresa se convirtió en mi cuerpo. Sentía sus éxitos y fracasos en cada célula del mío. Un presentimiento malo, el estómago. Un periodo de ventas bajo, los riñones. Una venta ventajosa, la cabeza en las nubes. Creía que la empresa era yo, y como tal la trataba. Y como tal trataba a mis empleados.

Sólo en las ocasiones en las que he sido consciente de esto, en las que he desligado mi persona de la empresa, he sentido vergüenza de decir empresario.

Pero habeis de creerme que han sido pocas.

Yo no sé lo que siento por ella. Ella no me sacó de mi cuerpo de empresario, fui yo el que lo hizo antes de conocerla. Pero lo que siento cuando estoy con ella es que estoy vivo. Por mi mismo.

Empresario

Me da vergüenza, a veces. Debería decir pudor, pero prefiero usar esta palabra más redonda para decribir ese malestar que me invade al decir empresario e hijo de empresario. Sólo en las ocasiones en las que mi trabajo es la excusa para alejarme de mis problemas.

Porque, entendedme, soy empresario y eso por supuesto no es que me llene de orgullo, es que me llena de mi mismo. O por lo menos fue así durante la mayor parte de mi carrera laboral. Esto es, claro está, cuando conseguí superar los tiempos oscuros en los que aceptaba cualquier encarguillo con tal de poder mantener la empresa a flote. Planchas, radios, televisores...habremos reparado de todo esto y más. Cuando la gente llamba transistores a las radios pequeñitas.

Como he dicho, mi padre también jugó a esto de llevar una empresa. Pero no me la legó. Yo levanté la mía. Lo que quiere decir que trabajé como un cretino, fui listo, pero también tuve la inmensa suerte de contratar a gente capaz de sacarla adelante, gracias a unos buenos productos. Eran otros tiempos, unos tiempos que nos inventamos, en los que el producto servía para mantener el nombre  de la empresa.

Mientras tanto fui creando una familia. Sí, como he dicho antes, estoy lleno de mi mismo, y lo que ha sido mi trabajo no hace sino favorecer esta sensación. Mi mujer, puedo decir que la amé en la medida que supe entender cómo relacionarme con ella y no tener que hablar con ella. Mis hijos, igual. Salvo con el menor. Cuando llegó a la adolescencia, su madre y yo estábamos lo suficientemente relajados con nuestra vidacomo para intentar comprender algo de la suya. Quizás fue ese el primer impacto, intentar ver a mi hijo menor como una persona diferenciada del concepto hijos con el que lo había interpretado durante toda su vida. Después vino el segundo impacto, mimujer se reveló como una mujer independientemente de muchos aspectos de nuestra vida...este asunto lo contaré con más detenimiento en otra ocasión.

El divorcio, claro está, fue un golpe a mi visión de las cosas. Sin embargo ahí estaba mi empresa, y pude seguir con el ritmo de vida que llevaba, más o menos, hasta el accidente...asunto que contaré con más detalle en otra ocasión.

Decidí salirme de mi vida de empresario mucho antes de conocerla a ella. Lo único que me quedaba de ese yo del que tanto me había alimentado era mi faceta de coleccionista de arte.

sábado, 17 de septiembre de 2016

¿Y si fuéramos tres?

Ya lo avisé. Soy un traidor. Dadme vuestra amistad y os corresponderé con la mía. Dadme vuestra confianza, y os traicionaré. No puedo soportar la tensión de no saber cómo devolver la intensidad de mi gratitud, y huy.

Con estas cartas sobre la mesa, continúo. Amo. Y como amante que soy he decidido que ella no debe estar sólo conmigo. Porque yo no sé devolver la confianza.

Así que llegó el día en el que tuve que poner a prueba esta teoría. Porque ella no quiere estar solo conmigo y encontró otro amante fijo. Durante seis meses. Y parte de la prueba fue que ella me contara algunas de las experiencias. Pues lo disfruté. Quise ser el otro. Me sentí confortado. Por fin podía huir y quedarme al mismo tiempo.

Sin embargo, la prueba de verdad llegó cuando ella me propuso que estuviéramos los tres juntos.
Funny animals of the week - 24 October 2014 (40 pics), funny animal, animal pictures
 Siempre hay tortugas debajo de la tortuga, eso es lo que os puedo anticipar sobre lo que ocurrió. Imagen de http://amazing-creature.blogspot.com.es/2014/10/funny-animals-of-week-24-october-2014.html

Huí.

Ni llamadas, ni mensajes, ni emails. Tres semanas.

Mi estrategia es volatilizarme cuando algo no me gusta.

Pero ella...ella. La amo.

El traidor tuvo que enfrentarse a una decisión.