Yo traidor, que a tantos amigos he despreciado por el simple hecho de no saber cómo corresponder a su amistad; yo cobarde, que alardeo de independencia cuando sólo busco refugio para mi carácter inconformista, yo me he dejado embaucar por una nueva pasión, y busco mi identidad en un nuevo reflejo. Me he enamorado de una artista, y he querido ser arte entre sus piernas, jugando con el insomne vértigo de la vida.
Siento amor. No sé lo que siento. No sé hacer el amor. Llamadme artista. No quiero ser otra cosa que aquello que la atraiga, durante ese instante eterno, a mis brazos.