lunes, 3 de octubre de 2016

Algunas palabras sobre mi hermana

Mi hermana fue una enorme sorpresa. En dos familias en las que en dos generaciones no había nacido ninguna niña, vino a nacer ella. Claro, ahora os estareis preguntando que dónde nació mi madre. Resulta que es hija adoptiva, pero esa es una historia que abordaré en otro momento.

Dos abuelas que no sabían como cambiar los pañales a una niña, una madre que había perdido todo el contacto con la madre que se los había cambiado. Habreis observado que no he mencionado a ningún varón. Y la razón, obviamente, es que los hombres no se implicaban en esas cosas.

Mi hermana tuvo que enfrentarse a la ignorancia desde sus primeras horas de vida. Dice mi madre que los meses más tempranos de la niña fueron una batalla contínua de irritaciones en el pubis y el trasero, y sí, mi madre es de las que dice pubis porque aprendió a no evitar la palabra, precisamente gracias a mi hermana.

Fue una niña batalladora que en todos y cada uno de los momentos luchó por hacerse su hueco en una familia habituada a criar varones. Recuerdo que cuando tenía 5 años, y yo 12, se empeñó en que le hiciéramos un disfraz muy especial. Quería vestirse de Jueves porque era para ella el mejor día de la semana, cuando iba a jugar a casa de su amiguita por la tarde. Para sastifacer aquella ocurrencia le pusimos una capa hecha con un mantel de algodón blanco, y le dijimos que los jueves eran días blancos y ligeros como su capa. Se lo tomó al pie de la letra y se fue a saltar encima de su cama para ver cómo se agitaba su disfraz improvisado, con la mala suerte de que cayó de costado y se rompió el brazo derecho. Después de hacerle la cura y ponerle el yeso preguntó que qué día era. Miércoles. Qué bien, puedo seguir amando los jueves, dijo.

Siempre tuvo una imaginación abstracta de la que se valía para mantener su buen humor y salirse con la suya en nuestro pequeño hogar de libertades reocortadas para las chicas. Empezó a escribir sus historias muy pronto, y en realidad nunca dejó de hacerlo. Sin embarg así como su fantasía fue su escudo ante un mundo que no le quería hacer hueco, también vino con la contrapartida de que contribuyó a aislarla de todos los demás, obviamente eso tuvo mucho que ver con su depresión.

Se casó muy jóven y se divorció cuando ya era madre de dos niños. Siguió trabajando y afrontando su vida gracias a su imaginación. Luego le encontró a él, que era casi ocho años más jóven que ella. Yo creo que se enamoró simplemente porque tenía ganas de vivir una nueva fantasía. El embarazo fue fácil, por lo poco que sé, apenas hablábamos. Esta vez fue una niña y un nuevo padre que encontró muiy cómodo el papel que nuestra sociedad le da a los padres. Pero una buena parte de mi hermana se quedó en el paritorio. Me dijo que sentía que su nombre se había quedado enganchado en la puerta del paritorio, debí haber entendido que estaba sufriendo una terrible depresión post parto. Mi hermana se suicidó a los dos meses de dar a luz. Tenía 34 años. Qué le había ocurrido?

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